Sunday, 3 June 2018

El Ganges







Un sueño de hace años guardado en el cajón con una imagen que nunca olvidaré: mis pies bañándose en el Ganges...
Al despertar me pregunté, durante todo el día, ¿qué pasaría si de verdad yo caminara por ese río?

... comenzaría por la historia de Visnú, por su encarnación como enano divino para medir al universo en tres pasos gigantescos. Les contaría acerca del paso en falso del dios de los mil nombres, y de cómo la uña de su pie provocó un rasguño en el tejido de la creación. Aquella minúscula herida se transformó en el lecho del Ganges, una fuente inmortal y eterna que fluye a través de los cielos, lavando las manchas del universo...

... mostraría mi mapa geológico en relieve del fondo marino. Allí se vería muy bien que el viaje del Ganges no concluye en el golfo del Bengala. Se une al Brahmaputra y juntos excavan un largo lecho trazado con toda claridad en el fondo del golfo. El mapa revelaría que lo que permanece escondido es mucho más largo de lo que corre en la superficie terrestre; y que tanto en geología como en la mitología hay un Ganges visible y un Ganges escondido: uno que corre en la tierra y otro bajo la superficie del agua. Si hiciéramos la locura de desdoblarlos obtendremos el mayor río de la tierra.

... les llevaría atrás en el tiempo, a los albores de la geología y les mostraría que donde ahora corre el Ganges había una vez una línea costera, un litoral que marcaba la extremidad meridional del continente asiático. La India era lejana entonces, muy lejana, en otro hemisferio. Estaba pegada a Australia y a la Antártida.

... les enseñaría el mar y el origen de su nombre, Teti, la esposa de Océano en la mitología griega. En los tiempos en los que el Himalaya no existía, no existían los ríos sagrados, ni Jamuna, ni Ganges, ni Saraswati, ni Brahmaputra. Y como no existían los ríos, no existía el delta, ni la pianura aluvional, ni el fango ni los manglares. No existía el Bengala. 

... les contaría (y quién sabe si lo comprenderían) cómo fue que, 140 millones de años atrás, la India se desprendió de la Antártida, comenzando su viaje hacia el Norte y  moviéndose a una velocidad inaudita, alzando con su peso la cadena del Himalaya. Y es entonces ahí donde habrían visto al Ganges fluir como un riachuelo de una colina che se despereza. Habrían visto, mientras la India viajaba, al mar de Teti restringirse y secarse hasta desaparecer, mientras el lecho del río se iría surcando como la herida del rasguño divino de una uña.

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